Sunday, December 06, 2015

Surf espacial del mejor



Sí, eso dice el título. Hay incluso un tema dedicado a Mystery Science Theater 3000. ¿Quién estaría preocupado por los nuevos discos de Iron Maiden o el cumpleaños del puto de Ozzy cuando tenemos maravillas como éstas?

Friday, November 20, 2015

Black Metal Cósmico ( O las vagamente delimitadas fronteras de la música)



Disclaimer: Las música a la que hago referencia es relativamente fácil de encontrar en youtube, aconsejaría escucharla mientras leen. 






Cuando en un principio escuché Xasthur, me sorprendí ante la cohesión que los instrumentos tenían entre sí, el enorme trabajo de construcción de las melodías y una creatividad alejada de las ideologías predecibles y burdas de las bandas de black metal europeas más clásicas (exceptuando a Emperor, por supuesto). Me sorprendí también al enterarme que esta era una One Man Band, un grupo compuesto por un integrante que compone y ensambla todo en soledad.  Ahora me sorprendería saber que no es así. Semejante innovación musical parece posible únicamente desde la perspectiva aislada y poco inclusiva del autor solitario, que no comparte sus pareceres con compañeros, y capaz de mantenerse realmente fiel a su idea pues no hay filtros por los que ha de pasar antes de llegar a los oídos de la gente. Autoedición en su sentido más depurado.
Lo que no me resulta extraño es que esta capacidad de innovación provenga de subgéneros del Black Metal. Apuntando, Xasthur es una “banda” norteamericana de Depressive Suicidal Black Metal, es decir, música que aúna el sonido agresivo y pesadillesco del Black Metal, con temas líricos de desolación y negatividad, más que alegorías paganas o ínfulas satanistas, que están muy bien pero se demuestran limitadas y vencidas, como un género ya rebalsado y rebosado. Xasthur pertenece al grupo selecto de bandas clásicas de USBM (Black Metal estadounidense por las siglas en inglés). ¿Conocen este ambiente? Tienen una fuerza innovadora casi tan grande como la generación de MayheM enla Noruega de principios de los 90`s, aunque con la suerte de carecer de la tendencia al escándalo. Creo que lo más lejos que ha llegado este ambiente en particular fue la ocasión en que Jeff Whitehead (único miembro de la banda de DSBM Leviathan) fue objeto de una investigación policial por el supuesto intento de violación a su pareja de entonces.

Como sea, todo esto es un prolegómeno que contextualiza una posición que comencé considerando con duda y ahora defiendo con algo cercano a la vehemencia, y es que el Black Metal ha conseguido explorar nuevos ambientes y nuevas ideas alejándose de su fuente y dispersando su ideario temático hacia fronteras que en un principio parecían insospechables. Dudo que los miembros de MayheM de la generación de Euronymous hubiesen imaginado que al otro lado del océano grupos como Wolves in the Throne Room o Agalloch jugarían con el sonido ambiental del Doom Metal y un concepto lírico que cabe calificar de postpaganista. Huelga decir que, incluso con el notorio precursor que representa Arcturus, el subgénero del que voy a hablar en este artículo está incluso más allá de lo que originalmente habría propuesto el Inner Circle, y ni hablar de la primera generación de BM. Celtic Frost, Beherit o Bathory no habrían imaginado lo que resultaría de la mezcla del sonido evolucionado del BM y el concepto nihilista del espacio exterior, el vacío del cosmos. Creo que el frecuentemente llamado Space Black Metal (a veces Cosmic Black Metal), es un paso importante en la exploración conceptual de la música en general, no ya siquiera en el ámbito del Metal. Me intriga sobremanera lo que podría conseguirse en el ambiente andino con semejante fuerza creativa, más tomando en cuenta el redescubrimiento que la arqueoastronomía de los andes ha retomado fuerza en estos años.

Hablaré de tres bandas en este pequeño artículo, que son las que han conformado la opinión que este sub (sub) género me merece, y cómo han cambiado me percepción de la música en general.

DarkSpace

Banda proveniente de Suiza. Créanlo, allá hay una importante movida metalera y créanlo también, esta sí es una banda. Son tres integrantes, Zorgh, Zhaaral, y Wroth. Los seudónimos permanecen casi sin importar el subgénero dentro del Black. Y eso que esto, apenas si es Black Metal. Un sonido que parece evolucionado en base al avant-garde  Drone Doom, pero con un tono industrial que a los de la generación de los noventa les hará pensar en “¿qué pensaba cuando escuchaba Rammstein?”. Los álbumes ostentan numeración en lugar de títulos, lo mismo que los temas. La numeración es continua a través de los cuatro discos, lo que hace pensar que en realidad esto es un macroproyecto narrativo que se extiende por horas. Eso sí, juveniles iniciados acostumbrados al metalcore ligero y al heavy podrían verse espantados por los temas de duración promedio de 20 minutos. Existe una demo también, de sorprendente calidad.  


Cold Empty Universe



Proyecto solitario de Krzysztof Mrozek, un parámetro de lo que la música underground es. Algunos de sus cinco discos son prácticamente inhallables. Combina un sonido crudo que está incluso más allá del raw black metal tradicional con estructuras que recuerdan vagamente a la psicodelia británica de los setentas. Imaginen Iron Butterfly con drogas de Europa Meridional y un ambiente desolado, que representa la vastedad y el frío de los espacios exteriores. Usé bastante de su disco Constantly creating myself in the Space of Life a la hora de leer críticamente Solaris (un autor polaco con música polaca, pero nada folklórico). La combinación es espeluznante. Por cierto, usualmente esta música carece de líricas pero sí hay trabajo con la voz. ¿Se preguntan cómo? Youtube les mostrará, créanme, sorprende para bien.


Mare Cognitum


Mi personal favorito y una de las razones que me hicieron decidirme a escribir este artículo. Jacob Buczarski, de Santa Ana, California, ha creado una de las combinaciones de instrumentos más demoledoras que escuché en mi vida. Tendría que remitirme al glorioso Anthems to the welkin at dusk de Emperor para encontrar algo del calado de las obras maestras que ha lanzado este proyecto desde 2011. Sí, así de joven es, y así de trascendental resulta. Líricas que oscilan entre la astronomía más avanzada (el nombre mismo de la “banda” es una referencia a una zona de la luna), hasta conceptos filosóficos kantianos. Esencial para comprender que el género del metal es más que solamente bulla y provocación y que puede esconder profundidad intelectual.

Otras bandas a escuchar: Darchon, Finster, Progenie Terrestre Pura, Oranssi Pazuzu. Como ven, las fronteras de la información que el internet derribó sirven para más que sensacionalismo y aglomeración de datos inútiles. Hay arte rondando por ahí, vivo y nuevo.  

Wednesday, September 16, 2015

Recuento de daños septembrino



Ha pasado un buen tiempo desde la última vez que poblé este espacio de observaciones y opiniones acerca de los productos de mi consumo cultural. En el ínterin, no me he detenido, sin embargo, y si el trabajo parece consumir la vida completamente, no es lo suficientemente brutal para impedirme seguir viendo, leyendo y escribiendo. Se viene un post largo, pero no me preocupa particularmente, pues este lugar, en la práctica, carece de público más allá del circunstancial, así que, saludos, visitante casual, y tómate un tiempo para percibir lo que Corven Icenail, un autor habitante de los andes ha estado haciendo estos meses.

Primero, algunas exploraciones literarias:


De Faulkner hablo de cuando en cuando, usualmente con admiración, muchas veces con frustración, y es que el maestro gringo es una especie de gigantesca sombra a la cual todos parecen declinar. El Villorio comenzó como una serie de cuentos, y la novela tiene ese aire, el de una antología... de obras maestras. Mencionaré en particular el largo capítulo llamado El largo Verano, una de las obras más grotescas y bellamente narradas historias en las que mis ojos se han posado. ¡Y todo gira en torno al romance entre un retrasado mental y una vaca!









No sabía el reto que supondría leer Neuromante de William Gibson en su idioma original. No sólo hay que enfrentarse con la, teóricamente, superada barrera idiomática entre el inglés y el español, además fluyen y se entrelazan la jerga yonqui, la informática y una suerte de expresiones traídas del japonés. Y con todo, la novela resulta trascendental. Hasta el momento parece el último rasero de revolución en la ciencia ficción contemporánea. Dicen por ahí que su prosa es comparable a Chandler. Yo creo que es superior, que consigue más que un retrato social, pero tal vez eso sea yo y mi fascinación por la libertad imaginativa de la ciencia ficción, quién sabe. 







La segunda novela de la saga de Dune, de Frank Herbert, tiene la fama de ser menos importante e inferior a la primera novela. Puede que la típica aproximación del lector de género, que desea ver más disipación en la ciencia ficción típica sea un aliciente para mantener la distancia. Que no los engañe, si desean contemplar lo densas que pueden ser las maquinaciones de una religión y un estado naciente (ambos definidos casi con una nueva etimología por el maestro Herbert), esto es el novamás, el Mesías de Dune no es sólo una justa secuela, sino la creación de una nueva leyenda. Y el final es sencillamente, majestuoso. Me mata la expectativa por el tercer libro. 




La luz es la mano izquierda de la oscuridad. La oscuridad es la mano derecha de la luz. Un breve adagio dentro de los mitos Handarattas,  derviches nihilistas que viven en el planeta Gueden, donde la especie dominante son seres humanos andróginos y asexuados salvo una cierta época pasajera y periódica. ¿Hablábamos de obras maestras allá con El Mesías...? Úrsula K. Le Guin demuestra el porqué de su gigantesca reputación.  En su tiempo Stanislaw Lem rechazó la importancia de esta novela. Un crítico acartonado como Harold Bloom la ha sabido apreciar. Yo les digo: pocas veces la poesía y la especulación han estado de la mano con tanta belleza. 





Desayuno de Campeones es la típica novela de Kurt Vonnegut, lo que es decir que es completamente  atípica. Un absurdo de proporciones cataclísmicas, una ruptura del concepto mismo de posmodernismo literario, y como toda hermosa y gran obra Vonnegutiana (que sí existe el adjetivo), hace que te sientas estúpido y miserable en tu condición humana, y halla la manera en la que uno pueda reírse de ello. Supongo que hay un pequeño Kilgore Trout dentro de cada escritor que se haya consagrado a su obra al punto de darle un poco de su cordura.
 






Decidí releer Amuleto de Roberto Bolaño pues su primera lectura me resultó apresurada y descuidada. Otorgarle tiempo ha sido un saludable ejercicio de renovación de esperanzas en una literatura tan pedante como conmovedora. Incluso he intentado hacer un bosquejo de Auxilio Lacouture, pero creo que esa ilustración se conservará en el submundo al que pertenece. 





Como al menos una vez al año pasa, retorno a Dostoievski. El Príncipe Idiota (no leí todavía el sepulcro de los vivos) ha sido el ejercicio más débil en mi inmersión en la literatura del maestro ruso. Llegué a pasar momento de auténtico tedio en algunas de sus páginas, la pseudofilosofía del príncipe Muichkine se me hacía todo menos empática y no sentí mucha compasión por sus situaciones. El final está maravillosamente escrito, eso sí.

 

Ahora, a los dvds, parte sustancial de la vida contemporánea.
 

 







El Planeta Prohibido (1956), es una muestra de la brillantez  del cine clásico de ciencia ficción. Sigue funcionando a varios registros y la belleza en su ejecución (el monstruo de Id es un deleite de técnica cinematográfica) hace que verlo sea prácticamente obligatorio, claro, si yo considerase que tal expresión tuviera validez.
 


Birdman, la última película ganadora de un Óscar de la academia ha sido fruto de debates largos y tediosos. Algunos justifican su prestigio es la identificación de la gente con el medio, otros la califican de snob. Yo, por lo pronto, prefiero mantener una saludable distancia entre creador y obra y pensar que Iñárritu hizo una metasátira inteligente y con una puesa en escena poco menos que gloriosa, y que sus poco avispadas y pretensiosas declaraciones posteriores son chascarrillos de alguien con demasiada fama muy pronto.


Al documental de la ciencia de Interstellar no tiene ni la maravillosa música de la película ni apenas escenas de la misma, pero sí una aproximación reveladora sobre el proyecto de los hermanos Nolan. Una buena manera de ver a través de la película y comprender cómo es incluso más genial de lo que ya parecía. 





Dos pelis de Tarkovsky, dos. Solaris no es una experiencia del todo nueva para mí, pues mi primer visionado data de hace casi década y media, cuando me obsesionaba coleccionar las películas que salían comentadas en revistas científicas como Muy Interesante o Enciclopedia Popular Magazine (nada que ver con publicaciones pseudocientíficas como Conozca más). En su tiempo me pareció una obra curiosa y caprichosa. Ahora, en una visión más adulta, he hallado belleza, pero aún así, una insuficiencia de capacidad imaginativa en comparación con el increíble despliegue que la novela original traía consigo. Igual, el ver una máscara de diablo orureño en un escenario de sci fi ruso-polaco, vale lo suyo.

De Stalker, en cambio, tengo el primer vistazo, y es abrumador. Espero leer el relato original (Picnic extraterrestre de  Arkadi y Borís Strugatski) en su momento. Por lo pronto, la película me ha mostrado lo poderosa que puede ser la imagen en una película. Hay screenshots solitarios de este filme que tienen más trabajo que otras películas en su integridad. Y uno de los mejores usos del bolero de Ravel desde Futurama o Digimon. Si aguantan tres horas de filosofía deprimente y tomas lentas por pasajes desolados, ésta es su película.


  




El Sanatorio de la Clepsidra (1973) hace el intento de adaptar uno de los pesadillescos cuentos de Bruno Schulz. De por sí verter semejante sinsentido y esa habilidad para romper los cánones de la narración parece un imposible. Pero Wocziech Has es un director con más pelotas que nadie, y el resultado final es que todo aquello que quisieron hacer los surrealistas estaba en pañales al lado de este genial delirio. La avenida judía, las ruinas, los pasteles abandonados, qué pedazo de película. Ideal para convencer a los jovenzuelos que creen que el imbécil de Jodorowsky es original y transgresor, de lo erradas que andan sus ideas.

Ex_Machina ha sido una sorpresa. En un año donde parecía que uno debía conformarse con remake tras remake, continuación tras continuación, con la decepción de los Avengers y con la carencia de kaiju en el cine occidental, aparece esta pequeña joyita. Había tenido un vistazo de Domnhall Gleeson en Frank, pero la verdad es que esta película lo rompe todo. Mucho más aventurada que Her y tan inteligente como clásicos de la altura de Blade Runner, es una película que muestra que no todo está perdido. 

Maldición, esta foto no salió bien.
 

White Zombie (1932) era uno de mis pendientes en la larga filmografía del legendario Lugosi. Véanla, por los mil demonios, es simplemente genial. La música,... si existe un punto de apertura para los grandes OST`s, posiblemente sea éste. Y todo  sucede allá en Haití, no pueden esperar algo más lúgubre que eso.

La novena configuración (1980) es una de las exploraciones de William Blatty como director. Si bien me ha gustado más que la adaptación de su novela El Exorcista, peca de momentos demasiado histriónicos y un ritmo irregular. La pelea en el bar, cerca del final, pretende una brutalidad intensa que se diluye en un ridículo jaloneo que más parece cómico. No una pérdida de tiempo, pero tampoco un esencial.

Volví a ver la Hitchhiker`s  Guide to the Galaxy (2005), cansado de esperar a que Cinemax la vuelva a pasar. Y sí, es buena, pero Martin Freeman sigue en su rol único de hombrecillo incómodo que parece su eterna interpretación, el romance es tan edulcorado que tuve que adelantar escenas, y el robot era más gracioso y deprimente en la novela. De hecho, lean la novela. Léanla. 


Seré escueto con estas tres.

Pumpkinhead (1988) podría haber envejecido mejor. Con todo, el monstruo sigue siendo tan pintudo como siempre, y aún es extraño ver a Bishop con abdominales.

Definitivamente Rollerball (1975) pudo envejecer mejor. Después de visionar tantas otras distopías (de Gibson a Dick, de Rowell a Huxley), parece un tanto relamido. Con todo, es infinitamente superior al remake que hicieron hace algunos años, y una buena pieza de coleccionista.

Boyhood, la otra peli que estaba por hacerse con el último Óscar, es una suerte de orquestación de la relajación de la clase media gringa y de la mediocridad de la vida. Como con un cuadro simbolista, sin la teoría por detrás, no vale la gran cosa.

¿Qué ojetes hace Frank en la contratapa de Boyhood?

Que no los engañe esa increíble portada, que la serie de Berserk tenía vigencia sólo antes de que las películas salgan. Hay un debate en el cual los conservadores cabeza de nabo siguen sosteniendo que esta serie es mejor porque... es más antigua. La verdad es que tiene uno de los openings más espantosos que haya escuchado alguna vez, que tiene relleno (fillers en Berserk), que se comen partes esenciales y que la brutalidad está prácticamente ausente. También es verdad que lo que realmente vale la pena es el manga, por lo menos hasta el tomo 28-29.


Nisekoi es algo así como el Love Hina de la generación post 2010. Sólo que con un protagonista con más carácter (Raku tiene momentos en los que piensas que puede llegar a ser badass) y un ejercicio de cajas chinas en su argumento que lo hacen un pequeño deleite culpable, pues al mismo tiempo es una absoluta galería de clichés e improcedencias. Sin embargo, la animación (que es de otra escala, de un nivel inimaginable en occidente) hace que valga la pena todo.

Watership Down, basada en la novela de Richard Adams, es un usual en tops de animación controvertida, que le han dado una fama de filme de culto transgresor, y que ha terminado por opacar su verdadero brillo, que es el de una realización hermosa y nada dispuesta a los solipsismos propios de la animación gringa, tan encerrada en su mensaje  y todavía limitada a boberías infantiles.

From Inside es un proyecto diminuto de animación cuasi experimental en la que John Bergin, el autor trabajó viñetas del cómic A`l Interieur (inspiración también para Snowpiercer) con una maestría y un talante que muchos veteranos envidiarían. El final es desolador. Una tragedia en todo el término y un testamento al arte de la animación.

Apleseed Alpha es, a la usanza de la más reciente película del Capitán Harlock, un excelente ejemplo del adecuado rejuvenecimiento de una franquicia. Sí, hay aspectos argumentales sacrificados en pro de la acción y la mano revolucionaria de Masamune Shirow se perdió en el tiempo, pero es asombrosamente disfrutable. Un buen punto de inicio para ver las ovas que hicieron de esta una serie de culto en los ochentas.

Aldnoah Zero parece un tributo al afán de política argumental de la legendaria Code Geass, y las constantes referencias (y los clichés, que los hay) debilitan el conjunto, aunque no lo suficiente como para que la hermosa animación y los hermosos diseños (los mechas marcianos merecen su propio artículo) no salven esto de un olvido más profundo. Una nueva temporada será vista con gusto. Claro, Eureka Seven está mejor, pero no nos resignemos a la típica posición de “hoy no hay nada que valga la pena” u otros gimoteos conformistas similares.


Las películas de Patlabor son la puta madre. Eso es todo. Las vi de muchacho cuando existía Fox Kids. Vi también la serie, y también fue increíble, pero estas películas son un asunto aparte. Mamoru Oshii en estado puro, que puede pasar de un pincelazo del humor (la amonestación de Asuma Shinohara, los eternos lamentos del Capitán Goto) a trazas de filosofía trascendentalista cyberpunk, a espesa trama policíaca. ¿Quién dice que Gibli es lo mejor de  Japón? Yo grito el nombre del sensei Oshii, y de los poderosos Ingram, capaces de crear su propia estética con bases clásicas y de hacer un trabajo dedicado y extremadamente profesional.

Así que esas son mis observaciones de los últimos meses. ¡Nos veremos cuando el tiempo amerite, público imaginario!